El costo de la electricidad representa una parte significativa de los gastos operativos en la industria, y su optimización se ha convertido en una prioridad para mejorar la competitividad y rentabilidad de las empresas. Reducir la tarifa eléctrica no solo implica consumir menos energía, sino también hacerlo de manera estratégica, aprovechando tecnologías avanzadas y modelos de gestión inteligente.
Entre las estrategias más efectivas se encuentra la implementación de un Energy Management System (EMS), que permite monitorear y controlar el consumo en tiempo real, identificar desperdicios y ajustar el uso energético en función de tarifas dinámicas. Además, tácticas como el Peak Shaving (reducción de picos de demanda), el Load Shifting (traslado del consumo a horarios con menor costo) y la generación distribuida con energías renovables pueden ayudar a minimizar los costos operativos.
El uso de baterías de almacenamiento (BESS) y sistemas híbridos de energía también juega un papel clave en la optimización del consumo eléctrico. Estos permiten a las industrias almacenar energía en horas de baja demanda y utilizarla cuando las tarifas son más altas, asegurando ahorros significativos sin comprometer la productividad.
